viernes, 9 de noviembre de 2007

ENSAYO

Articulación De Las Distintas Competencias

“hacer de la educación un elemento
para humanizar y para dialogar en torno al conocimiento”

Para pensar en una posible articulación de las competencias, se podría pensar en una forma de colocar al estudiante de esta generación dentro de un contexto, en el cual pueda desempeñar un papel verdaderamente significativo y productivo. Basta con analizar nuestra propia situación actual, desde el lugar que ocupemos: ¿somos quienes soñamos llegar a ser? ¿Recibimos todas las orientaciones y estímulos necesarios para desarrollar nuestras potencialidades y ejercer aquello para lo cual somos y hacemos? ¿Fuimos preparados para enfrentar el mundo y sus diferentes realidades?...

La respuesta salta a la vista, pues se evidencia en todas las cosas que realizamos, pensamos, construimos, proponemos, en fin... aquí y ahora mismo, recordemos que el objeto primordial de las competencias básicas, es proporcionarnos elementos cognitivos para interpretar, construir textos y encontrar soluciones a este tipo de tareas, que nos exigen cierta complejidad. Por lo tanto – pensando como maestros en formación – es fundamental internalizar todas estas nociones para alcanzar elementos de peso en el rol de pedagogos, y orientar de manera efectiva los procesos de formación de nuestros estudiantes.

COMPETENCIAS

(Potencialidades)
QUERER
HACER
SABER
PODER
Ahora bien, la integración de las competencias dentro de los procesos de enseñanza y aprendizaje, se deben transversalizar sin perder el horizonte y la visión planteada, desde los lineamientos curriculares y las competencias especificas de cada área; además, “para que la tarea o problema desencadene un nivel de significabilidad, requiere que establezca un vínculo entre el saber declarativo – saber que – con el saber procedimental – saber como – “
[1]; es decir, dichos procesos de formación no pueden distantes de los fundamentos del conocimiento, y de manera alterna llevar a la practica aquello que se pretende acercar al estudiante. Sin embargo, es importante recordar que la base de toda competencia está sostenida sobre ciertos pilares, que dependiendo de la carga de estímulos en las etapas de formación, alcanzarán la fortaleza y la solidez necesarias para lograr los propósitos planteados en la escuela.

La articulación de competencias responde a las necesidades de individuos capacitados para enfrentar las demandas laborales del mercado, desempeñarse en comunidad como ciudadanos de bien, con una identidad que corresponde al momento histórico, y para transformar los recursos naturales de manera responsable, sin alterar sus procesos y sin realizar practicas que atenten contra la propia integridad de la humanidad... me salió muy bonito este grupo de proposiciones, pero la realidad es otra, diría totalmente opuesta. Que sea entonces un presupuesto de diagnóstico, para que la nueva sangre de maestros, se ocupen en dicha tarea de recuperar el verdadero sentido de las competencias y las políticas de calidad de nuestro país: “la construcción de una nación equitativa, desarrollada, democrática, pluralista y en paz, se fundamenta en buena medida en una educación de calidad para todos”
[2]; la mejor definición del propósito y sentido en la articulación de las competencias.

Retomando los pilares que fundamentan el desarrollo de las competencias, es importante resaltar que la mayoría de maestros no han entendido el sentido de las competencias, u olvidan los factores referentes al poder y al querer del estudiante. Por un lado está un poder relativo al contexto, a las necesidades, a las condiciones reales de vida que tienen sus aprendices, al lugar que ocupan en la sociedad y las personas que están en su entorno familiar. Un poder que puede limitar las posibilidades de desarrollar las potencialidades – no por déficit cognitivo sino por las condiciones precarias que rodean al estudiante – que afectarán mas adelante, el alcance de las demás competencias, ciudadanas, laborales y científicas.

Por otro lado está un querer relativo al deseo, al interés y a las ganas de o por; un querer que está instaurado en el ser de cada individuo, que no puede enseñarse o darse de buenas a primeras... NO!... el maestro solo puede estimular dicho querer, mediante las estrategias de enseñanza y la didáctica que pueda proponer, en adelante, dependerá de ambos: estudiante que quiere y maestro que estimula dicho querer para incrementarlo.

Aquí está el punto neurálgico de todo este planteamiento. La desigualdad en los contextos educativos – específicamente en inversión – que no cuentan con los recursos, ni maestros permanentemente actualizados, la necesidad de los laboratorios bien dotados en todas las áreas, tecnología de punta, aulas virtuales, acceso a sitios que promuevan la investigación, en fin... necesitaría muchos párrafos para enumerar la cantidad de obstáculos, que nos distancian de una articulación de competencias efectiva – y lo mas importante - que pueda garantizar continuidad en los procesos. Entonces, construir “un saber-hacer flexible que pueda actualizarse en distintos contextos [...] en situaciones distintas de aquellas en la que se aprendieron [...] y sus implicaciones éticas, sociales, económicas y políticas”
[3], para proporcionar elementos de peso en la formación de individuos, que puedan ofrecer su conocimiento en la permanente transformación de la sociedad.
[1] SOCIEDAD COLOMBIANA DE PEDAGOGIA. El concepto de competencia. ED. Alejandría. Bogotá– 2001 – Pág. 115
[2] MINISTERIO DE EDUCACION NACIONAL. Estándares básicos de competencia en Lengua Extranjera. Bogotá. 2007. Pág. 16
[3] Ibíd. Pág. 19

Para asimilar el concepto de Competencia...

UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA
CONSTRUCCIÓN DE COMPETENCIAS

MAESTRO JORGE IVAN RIOS
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ARTÍCULO

LA CONCEPCIÓN DEL SABER, EL MAESTRO Y LA ESCUELA.
Por Andrés Felipe Muñoz C.


Pensar y aprender en una pedagogía de competencias, propone un argumento muy interesante para sustentar la necesidad de cambiar radicalmente y de una buena vez, las estructuras y metodologías tradicionales, que fueron efectivas en su momento, por una pedagogía del concepto que propenda por la formación de individuos innovadores de la cultura y no solamente reproductores de la información descontextualizada y sin duda alguna – desactualizada. De igual manera, se despliega una gran cantidad de características del nuevo saber, del nuevo maestro - y por supuesto - de la nueva escuela, tan necesario en nuestro tiempo, que urge de individuos que puedan comunicarse en el lenguaje de las nuevas ciencias, la tecnología y las tendencias globales; para entrar a participar en la comunidad internacional y mundial. Los mismos lineamientos curriculares lo plantean, como una intencionalidad y una preocupación general:
“Múltiples civilizaciones hoy en día se confrontan en el ámbito mundial, en una competencia intelectual que determina el acceso desigual a recursos, calidad de vida y creatividad. Tales procesos exigen una nueva manera de percibir el mundo, de generar una comunicación intercultural, de tal manera que los actores sociales tengan la posibilidad de afirmar su identidad, de desarrollar sus habilidades necesarias para interactuar y tener al mismo tiempo reconocimiento como creadores”
1

El saber está dado en las áreas de conocimiento; un conocimiento que ya está construido y que hace parte de la estructura social. De esta relación del individuo – sociedad, salen los preconceptos que cada uno de los individuos internaliza de su entorno – que pueden ser ciertos o equivocados- y los convierten en la base fundamental para deconstruir y reconstruir el saber, en el medio escolar y con la orientación de un buen maestro
*. Tales conceptos han de ser los instrumentos de conocimiento para que el estudiante comprenda - durante su proceso formativo – las otras disciplinas, siendo vital que de buen uso de su capacidad interpretativa, para darle paso a la comprensión; puesto que interpretar “implica establecer relaciones y confrontar los diferentes significados que configuran un hecho... tomar posición frente a lo planteado... y permitir la comprensión de los significados de algo, en sus diversos contextos”[1]; es ahí donde el concepto toma importancia, para que cada individuo tenga instrumentos de conocimiento y pueda trascender en su proceso de operaciones mentales.

Al incrementar la capacidad de análisis, se faculta la toma de una posición ante los hechos y acontecimientos – bien sean históricos o de nuestra actualidad – y así, comprender los sucesos que ocurren a diario en la sociedad y en la misma comunidad de la cual forma parte. Es decir, contextualizar los efectos de un acontecimiento histórico en la vida actual. Esto, perfila los saberes hacia la formación de la autonomía, la capacidad de juicio ético y la proyección hacia los conocimientos futuros. “La ética, es o puede ser formativa en cuanto que, al llevar a la conciencia del hombre las directrices que han de orientar su conducta, influye en las decisiones de su albedrío, convirtiéndose, de manera mediata, en factor determinante de la acción humana”
[2]; entonces, el saber deberá estar orientado a la instalación de conceptos en la mente del aprendiz, con un propósito bien claro: formar individuos con criterio ético para que valoren y decidan lo que es mas justo en cualquier situación problémica.

Una alternativa apropiada será que la escuela tome un nuevo rumbo, que reforme sus estructuras curriculares, que reformule sus metodologías y estrategias de enseñanza y que se comprometa a formar las nuevas generaciones, para que enfrenten los nuevos retos tecnológicos y las nuevas tendencias y realidades el mundo de hoy. Así, la escuela deberá modelar en la mente de sus estudiantes conceptos generales y abstractos, propios y esenciales, para que puedan comprender y hablar el lenguaje de las ciencias actuales. Una escuela que camine a la par con el mundo, que no desaproveche las oportunidades de utilizar la herramienta tecnológica en pro de encausar los preconceptos de sus estudiantes, para que estos se puedan desempeñar de manera competente, en cualquier actividad.

Ya lo decía Gabriela Mistral en su poesía, que “para eso uno tiene que llevar un poco de marino... un poco de pirata... un poco de poeta... y un kilo y medio de paciencia concentrada”, para potenciar y maximizar las capacidades del sujeto en formación, ayudándole a encontrar aquello para lo cual es bueno y proyectarlo en la búsqueda de la superación y el servicio útil a la sociedad – un día no lejano – como misión de la escuela, trabajar en el pleno desarrollo de las potencialidades humanas.

Teniendo estas herramientas renovadas – saber y escuela -, solo falta la irreemplazable labor del maestro, como medio para llevar a cabo los propósitos de la educación. Sin embargo, el maestro deberá garantizar el dominio de los aspectos relacionados con el desarrollo intelectual de sus discípulos para que pueda potenciar y maximizar sus operaciones intelectuales, contribuyendo así, en la formación de conceptos en esa búsqueda del desarrollo intelectual y valorativo.

Un maestro que anime a sus alumnos a abordar problemas complejos, un maestro que domine los conceptos y las leyes básicas de las ciencias, un maestro que sepa que sus alumnos traen consigo preconcepciones del mundo y que vienen – a la escuela – ansiosos por comprobar sus verdades y sus inquietudes. Entonces, esta nueva generación de maestros debe ser pedagogos que dejen a un lado la antigua imagen del maestro que dicta informaciones; en el caso de los conceptos, “implica a la persona que aprende a establecer relaciones significativas con los conceptos que ya posee, dependiendo de la solidez de su propia estructura conceptual; es decir, cuanto más estructurada sea la red de conceptos de una persona, mayor es su capacidad para comprender”
[3], e implica – por supuesto - un pedagogo que utilice todo su ingenio para activar las operaciones intelectuales como el análisis, la síntesis, la comparación, la formulación de hipótesis, la inducción, la deducción; en fin, incrementar la inteligencia en sus discípulos.

Se necesita un maestro estratega con nuevas metodologías, para potenciar estas capacidades que inciden directamente en la transformación de los saberes reconstruidos en la escuela. Escuela, saber y maestro: la mejor opción para educar verdaderos individuos innovadores de la cultura, autónomos y con criterio ético ante la ciencia y las propuestas que ofrecen las tendencias actuales.

Como maestros comprometidos, debemos responder a las directrices que el estado nos propone a la luz de la ley General de Educación:

“Desde hace años muchos maestros del país han sentido la necesidad de innovar, de buscar nuevas formas de enseñanza para entusiasmar a los alumnos con el proceso de aprendizaje. En este contexto, el gobierno nacional promulgó en 1994 la Ley General de Educación. Esta ley abre espacios para hacer propuestas novedosas y les da mayor responsabilidad a las instituciones educativas y a los maestros en las decisiones pedagógicas.”
[4]


1 Lineamientos curriculares para el área de Idiomas Extranjeros. Bogotá. 1999 – Pág. 15
* En el texto se le da un tratamiento especial – al maestro - como PEDAGOGO.
[1] QUINTANA, Juan Humberto. Metodología para el desarrollo de procesos de pensamiento. Pág. 37
[2] ESCOBAR, Gustavo. Ética. Bogotá: Ed. Mc Graw Hill, 2000. Pág. 41
[3] Equipo Pedagógico Santillana. Currículo y Aprendizaje. Bogotá. ED. Santillana S.A. –1996 – Pág. 28
[4] Ibíd. Pág. 5